LEGION: HABLA JONATAN DOLCET
Fecha Domingo, 12 de Noviembre del 2006 (19:54:12)
Tema Novedades


“…Aquí te dejamos un impresionante comunicado de Jonatan Dolcet., quien fuera bajista y vocalista de los thrasher LEGION, quien nos deja descolado con su nueva vida. Aún siendo un poco largo, leedlo, merece la pena…”








Tres discos en la calle, primera banda Española en practicar Thrash metal, éxito a principios de los noventa que les llevo a talonear a los en aquella época reyes Metallica, y un sin fin de buenas ideas que cayeron poco a poco hasta que la banda desapareció en el año 93.

Ahora, 13 años después, nos llega la IMPRESIONANTE noticia de que su lider Jonatan Dolcet. ha cambiado su forma de vida, además de arrepentirse de haber echo música para satisfacer al diablo. Aquí tenéis el comunicado que realizó hace ya algun tiempo y que creemos que es de interes.


Hola amigos, me llamo Jonatan Dolcet. Para muchos de vosotros mi nombre os resultará totalmente desconocido, pero para otros no. Durante 6 años fui el cantante y bajista del grupo barcelonés "LEGION". Era una banda de rock (heavy metal) con la cual llegué a grabar tres discos, el último de ellos en EE.UU. Nos hicimos un nombre en la escena rockera del país. Mi vida supuraba rock por los cuatro costados; vivía con rock, comía con rock, dormía con rock, etc. Se puede decir que mi vida era una canción, eso sí, una mala canción, una canción diabólica que entrampa y seduce del mismo modo que las sirenas de la mitología griega seducían a los navegantes del mar para llevarlos a la muerte. A los 26 años Jesucristo cambió mi música, rompiendo las cadenas de la distorsión y los gritos por una agradable melodía de paz, esperanza y amor. Antes de relatar como sucedió, quisiera, de manera breve, explicar mi historia desde el principio.

Nací en una familia cristiana. Mi madre tras varias experiencias religiosas llegó a conocer a Jesús y a su iglesia, y llevó a mi padre al evangelio. Mi padre era reacio a toda clase de cristianismo por desmotivación, pero finalmente aceptó a Jesús y a su iglesia. Cuatro años después de su bautismo murió inesperada y bruscamente. Yo tenía diez años de edad. No podía entender por qué Dios había permitido tal cosa. Le pedía a Dios que lo resucitara. Él podía hacerlo, pero no lo hizo. Ahora entiendo, gracias a Dios, que pronto lo hará: "porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá de cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero". ( 1ª Corintios 4: 16; véase también Juan 5:28,29; 1ª Corintios 15: 22,23; Job 19: 25-27; Apocalipsis 20: 6).

La muerte de mi padre supuso un golpe durísimo para mi y mi familia. Dos años más tarde me desvinculé de la iglesia y de Dios y posteriormente mi madre y mi hermana también. La música empezó a interesarme y rápidamente llenó el vació que sólo Dios puede llenar. A los 14 años aprendí a tocar el bajo eléctrico. Mi primer grupo se llamaba "Orquesta Pegatina", una banda de música infantil y juvenil del barrio de Sants. 5 años más tarde formé el grupo de mis sueños para tocar la música de mis sueños "Legión" (¿Os resulta familiar este nombre?). Mediante el rock di salida a mis sentimientos de frustración e indignación hacia una sociedad injusta y mezquina. En la música plasmaba mis sentimientos antisociales. Era mi religión, mi estilo de vida. Con el rock llegaron las juergas nocturnas, las borracheras, las drogas, en fin, una vida más o menos licenciosa. El lema era: ¡A vivir que son cuatro días, y ya han pasado dos! En lenguaje bíblico sería: "Comamos y bebamos, porque mañana moriremos".(1ª Corintios 15: 32). La realidad era deprimente y buscaba evasión. Pero después de esa falsa y mortal evasión llegaba una sensación de vacío angustiosa y deprimente. El rock no llenaba mi vida, tampoco el dinero ni las drogas. Sentimentalmente decepcionado la situación se agravó más, definitivamente la vida no tenía sentido; guerras, miseria, dolor, hambre, muerte, tristeza, decepción. Mi vida se deslizaba por una espiral de autodestrucción y me era imposible escapar.

Durante esos años mi relación con Dios se había limitado a oraciones que de vez en cuando hacía egoístamente para satisfacer mis deseos de éxito y acallar la voz de mi conciencia. Que incongruencia ¿verdad? (St. 4:3, 4).

La situación se hacía insostenible, mi situación era delicada y por eso hablaba más con Dios. Suele pasar que nos acordamos de Dios cuando nos hundimos. La necesidad del hombre es la oportunidad de Dios ¡Gracias a Dios por ello!

Cierto día de Noviembre del año 1994 abrí la Biblia de mi padre (una Reina Valera del 60) y empecé a leerla. Uno de los textos que recuerdo fue el que se encuentra en 1ª de Tesalonicenses 5: 4-11. Me sentí perdido y condenado por primera vez en mi vida, fui convencido de pecado y lloré como un niño. En mi mente resonaba una frase: ¡Cómo te he fallado, Dios mío! Pero inmediatamente sentí la amable invitación de dejar mis cargas a los pies de Jesús (Mt. 11:28).

Mi madre que ya llevaba tiempo insistiendo para que la acompañara a la iglesia, volvió a insistir, y como dicen que "quien la sigue la consigue", valga la redundancia, lo consiguió. Decidí asistir a la iglesia de mi infancia, pero con una condición: - ¡No permitiré que nadie me coma el coco! Yo solo quiero ir a la iglesia porque quiero encontrarme con Dios. Mi mentalidad era de "obras", porque todavía no había comprendido el valor de la verdadera fe. Ese sábado fue inolvidable, los cantos, la gente, la predicación que me hizo sentir mi pecaminosidad, pero que al mismo tiempo me hizo vislumbrar el camino de vida y esperanza: JESUS... se me hizo un nudo en la garganta. Ese día entendí que esa era mi gente, era mi pueblo y que debía volver. Ellos creían y adoraban al mismo Dios que me estaba guiando. Al cabo de un mes decidí conocer más profundamente a Dios y comencé a estudiar la Biblia con el pastor de mi iglesia. Los estudios bíblicos me apasionaron, cuanto más conocía a Dios, más unido me sentía a él y menos al "mundo" y sus ofertas pasajeras.

El Señor me sacó del pozo del pecado, me libertó. Como el salmista puedo decir: "Pacientemente esperé a Jehová, y se inclinó a mí, y oyó mi clamor. Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos. Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios. Verán esto muchos, y temerán, y confiarán en Jehová" (Salmos 40: 1-3). En Febrero del año 1995 decidí dejar el grupo. Aunque no fue una decisión fácil, entendí que Dios es celoso y no quiere compartirnos con Satanás (1ªJuan 2: 15-17; Santiago 4: 4, 5; Mateo 10: 37, 38; 16: 24). Al fin llegó el día del bautismo, el día en que nacía de nuevo y dejaba en el agua toda la basura (Fil. 3:8). Acepté a Jesús como mi Señor y mi Salvador personal. Comprendí que el se dio por mí en la cruz del calvario cargando con mis pecados y pagando la penalidad de ellos para que yo pueda ser declarado justo por la fe en él y heredar a la vida eterna (sugiero que esa justificación por la fe proporciona no sólo el perdón de los pecados sino también el poder para obedecer a todos los mandamientos de Dios, véase Romanos 8:3,4). Desde ese momento mi anhelo ha sido dar a conocer las virtudes de Aquel que me llamó de las tinieblas a su luz admirable (1ª Pedro 2: 9), y ha proclamar al mundo el maravilloso amor de Dios y de la salvación ofrecida en Jesucristo (Juan 3: 16). Mi principal motivación es formar un hogar feliz con Marta, la esposa que Dios me ha dado y cumplir con la comisión que Jesús nos dio (Mateo 28: 18-20). Actualmente estoy cursando estudios de Teología en el Seminario Adventista de Sagunto (Valencia).

Sirvo al Señor desde la Iglesia Adventista del Séptimo Día, como habréis podido adivinar. ¿Porqué la Iglesia? Porque la iglesia es el cuerpo de Cristo (1ª Cor. 12: 27; Ef. 5: 23, 29-30; Col 1:18), fue fundada por Cristo mismo (Mt. 16: 18) y a ella añade a los que han de ser salvos (Hch. 2: 47). ¿Porqué la Iglesia Adventista y no otra? Porque es la iglesia de la profecía para anunciar el final de los 2.300 días de Daniel 8: 14 que anuncian la hora del jucio, la vigencia del sábado y la pronta venida de nuestro Señor Jesucristo. Es la iglesia que Dios suscitó después de la Reforma para dar el último mensaje de misericordia a un mundo que perece (Ap. 14:6-13). Este mensaje llama la atención a adorar al Creador en el único día que él ha establecido: el sábado. El hombre de pecado de 2ª de Tesalonicenses 2: 3, 4 cambió ese día por el domingo (véase Daniel 7: 25). El cuerno pequeño de Daniel es el mismo hombre de pecado que Pablo menciona en su epístola a los Tesalonicenses y al que Juan llama Babilonia o la gran ramera (Apocalipsis 13: 4; 14: 8; 17: 1-6; 18: 1-5). Este sistema político-religioso (el que tiene oídos, oiga) no sólo persiguió, sino que cambió uno de los mandamientos de la ley de Dios: el cuarto. La profecía señala el surgimiento de un remanente que por la gracia de Dios guarda los mandamientos de Dios (y no los de los hombres) y tienen el testimonio de Jesucristo (Apocalipsis 12: 17; 14: 12). ¿A quién sigues tú: al hombre de pecado y la tradición o Dios y a la verdad de su Palabra?

Es cierto que en todas las denominaciones hay muchos hijos de Dios, verdaderos milagros producto de verdaderas conversiones realizadas por Dios. Estos serán llevados a toda la verdad como dice Jesús (Juan 16: 13), y como aquel que dejaría de beber agua contaminada para beber agua pura si fuese advertido, así los que sean movidos por el Espíritu de verdad abandonarán las iglesias caídas, que se fundamentan en la tradición, para alistarse al verdadero pueblo de Dios.

En la antigüedad no habían dos o tres pueblos de Dios, sino uno sólo: Israel. Y todos eran llamados a formar parte de ese pueblo (Isaías 56:1-8). Así hoy, no hay dos o tres iglesias, sino una sola (Efesios 4: 5). Eso no implica que la salvación está reservada sólo para adventistas. Jesús habló con una samaritana y narró la historia del buen samaritano y no la del buen judío o del buen adventista, por ejemplo, dando a entender que los samaritanos tenían salvación. También les recordó a los judíos la historia de la viuda de Sarepta y Elías y la de Naamán el sirio y Eliseo (Lucas 4: 25-27), personajes de otras denominaciones. No es cuestión de yo tengo la razón o la tienes tú, sino de buscar la razón en la Palabra de Dios, estudiando los textos con sus contextos. Es mi deseo que el Señor bendiga y dirija tu estudio de modo que pueda llevarte a toda la verdad. ¡Que el Señor te bendiga!

Jonatan Dolcet..





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