Poco apacible empezaba la tarde en Madrid, con el cielo encapotado, y fuertes lluvias, que no fue impedimento para que la sala Shoko registrara una muy buena entrada para recibir a dos de los grupos míticos del Hard Rock británico, por un lado los veteranos FM y por otro Dare, quienes se han sacado de la manga una gira por España de algunas fechas sin ningún motivo aparente, más allá de que FM lanzaran su álbum Thirteen el año pasado. En cualquier caso, cualquier excusa es bienvenida para recibir a dos grupos de tal calibre de un género que no pasa por sus mejores momentos.



Para los que no habíamos tenido la oportunidad de verles en ninguna ocasión previa en directo era un cartel con solera, con renombre, que prometía una noche inolvidable, de regreso al pasado, y de recordar momentos en que el Hard Rock melódico vivía todo su esplendor. Y así fué. Al menos al principio de la noche. FM salieron al escenario con puntualidad absoluta, con “Synchronized” con un sonido casi perfecto desde el primer momento. Es impresionante la calidad y el buen hacer de esta formación que se ha mantenido en una forma increíble. Desde el primer momento se metieron al público en el bolsillo y fueron desgranando un recital de grandes canciones, interpretadas con maestría, con solvencia y sobre todo conociendo muy bien cuáles son los códigos del género. Parecía que los años no habían pasado en balde y muy pronto cayeron algunos de sus más laureado éxitos, como como “Tough it Out”, “Killed by Love” o “Someday (You’ll come running)” , que versioneara de manera magistral Mark Free en su álbum en solitario antes de decidir cambiarse el género. La base rítmica era una apisonadora. Pete Jupp y Merv Goldsworthy, sin alardes, cimentaban un sonido contundente pero dejando espacio suficiente para los teclados y sobre todo para las guitarras de Jim Kirkpatrick, que supo contener su sonido para lucir en los solos, y dejar todo el protagonismo a Steve Overland, alma de la personalidad de FM, y que sin duda es una de las voces más infravaloradas del género. Hay un tipo de vocalista inglés, siempre de altísima calidad, que se mueve con unas formas elegantes, alejado de la vertiente más metalera, que no tiene necesidad de los sobre agudos afalsetados, que basan su poder en el buen manejo de la voz, en una colocación perfecta y en giros preciosistas, casi virtuosos en ocasiones, que hacen de la cantera británica una de las grandes cunas de cantantes del Hard Rock. Estoy acordándome de Danny Bowes, cantante de Thunder , de James Christian de House Of Lords, de Gary Hughes de Ten. Steve Overland pertenece a esa bendita escuela y en Madrid desplegó todo su buen hacer canción tras canción demostrando que el tiempo es relativo y que ha sabido cuidar su instrumento con el paso de los años (en el escenario sólo bebió agua). Ya quisiéramos muchos de los que nos dedicamos a la voz a mantener las prestaciones de nuestra garganta a los 63 años con ese derroche de energía, y sobre todo de maestría.



Tocaron “American Girl”, “Frozen Heart”, “Bad Luck” o la coreada “I Belong”, antes de afrontar “Turn This Car” de su último álbum que fue bastante bien acogida por el publico, que ya se había rendido a la banda por entonces y con la cerraron el concierto. Momento álgido el que vivimos en el primer bis, cuando FM nos regalaron una maravillosa versión de “Story Of My Life” a piano y voz (con nuevo recital vocal de Steve) que servía de antesala del final de fiesta. Era un tiempo en el que vemos a tantas bandas que regresan a revivir momentos y que en ocasiones solo sirven para mostrar las carencias que en otro tiempo quedaban enmascaradas por la laca y la serpentina, FM son una banda de AOR con mayúsculas a día de hoy.



Recuerdo que la persona que me acompañaba en el concierto me dijo, “no sé qué van a hacer Dare, pero superar esto va a ser muy complicado”. Si soy sincero yo tenía mucha fe en ellos, son una de mis bandas favoritas y tienen en su haber dos discos imprescindibles para cualquier amante del Hard Rock. Su mítico Out of the Silence y para mí incluso mejor su segundo álbum Blood from Stone. Pero no solo eso, sus discos posteriores han recopilado muy buenas producciones, quizá de un corte más acústico, ahondando en los medios tiempos, que es un tipo de canción que va ni pintado para la calidad voz de Darren Wharton, con algún tinte folkie, pero que sin duda son muy notables. Pero entonces pasó lo que nunca debería de pasar. Un sonido nefasto echó al traste cualquier intento de que Dare pudieran compartir con el espectáculo que habían ofrecido FM minutos antes.



De la noche a la mañana aparecía una batería con un sonido más propio del power metal que de hard rock, con un bombo súper agudo y a un volumen descomunal, y un bajista, Nigel Clutterbuck (miembro original de la formación), que con su manera de tocar tosca, más propia de una banda de garaje, y sobre todo el terrible sonido y volumen, molestaba e impedía que todo lo demás se notara con nitidez. Nostalgias aparte, aunque demostraba estar disfrutando en el escenario, su actuación fue terrible. Todo ello unido a que los teclados de Marc Roberts eran absolutamente inexistentes, y un sonido de guitarra bastante rudo, que desvirtuaba el preciosismo que el bueno de Vinny Burns alcanza en sus discos, hizo que su actuación desluciera por completo. Ni que decir tiene que el público se divirtió, coreó las canciones, sobre todo las de sus dos primeros discos, como “Wings of Fire”, aunque también lo hizo con “Born in the Storm” de su último disco, con la que abrieron el show o “Cradle to the Grave” de su álbum Road to Eden, pero la comparativa era terrible. Y es una pena porque Darren, que nunca fue un cantante con un gran derroche de virtudes, pero que cuenta con esa voz tan especial, tan envolvente que le hace único, tiene una puesta en escena muy potente, echándose el show a las espaldas, con una actitud simpática (es un tipo que en el escenario te cae bien) quizás un poco repetitivo con sus bromas al intentar hablar en castellano, y repetir hasta la saciedad “os quiero “, pero que en todo momento intentó dar un espectáculo que la música no era capaz de dar por sí misma. Falto de voz cuando afrontaban los temas de su primer álbum, como en “Abandon”, algo que él mismo hacía más patente si cabe al hacer constantemente gestos de estar muy cansado vocalmente al hacer cada uno de los estribillos, enturbiaban la calidad de las composiciones.



Faltó calidez, faltó delicadeza en el sonido, y por qué no decirlo, faltó un poquito más de ensayo. Dare no fueron la maquinaria perfectamente engrasada que fueron FM. Si coges el listado de canciones, entre las que estuvieron “Home”, “Until” o el himno “Dedicated to Phil Lynott”, el que el propio Wharton catalogó como “su primer jefe” (recordemos que fue durante una breve etapa teclista de Thin Lizzy), el concierto podría haber sido una auténtica maravilla. Desgraciadamente nos quedamos con un sabor de boca agridulce esperando que la próxima visita tengan un técnico de sonido más solvente. Porque el backline era el mismo, la sala también era la misma, pero la diferencia de sonido entre una banda y otra fue abismal.



Joaquín Padilla

Crónicas

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