AVALANCH (Sala BILBOROCK, Bilbao)
Sábado – 5 de Marzo de 2005
Otro frío Sábado más y de nuevo podemos disfrutar de un buen concierto de rock en la antigua iglesia bilbaína, ahora reconvertida en sala de eventos varios, como
el que hoy nos ocupa. La verdad es que la especie de cúpula que se encuentra en el techo, recuerdo de el templo de antaño, lejos de empeorar el sonido ofrece unas tesituras ciertamente agradables y hace que el sonido de los conciertos aquí celebrados haga justicia con el precio de la entrada.
Esta noche Avalanch presentaban su “nuevo” disco. Ese recopilatorio de canciones que otrora cantaran los que en su día se encontraban tras el micro del grupo (ahora ambos recolocados, con distinto índice de aceptación: uno en Warcry y otro en Brecha), que no vienen a ser precisamente las que más han marcado la trayectoria del grupo Asturiano, pero que en cierto modo son las que mejor pueden amoldarse a la ya asentada voz del grupo, Ramón Lange.
Y esta noche tenían que salir a por todas. Después de una primera gira con el recién estrenado elenco de músicos, que ha decir verdad pasó con más pena que gloria al principio y que poco a poco fue consolidándose, se hallaban ante la obligación de demostrar que Avalanch vuelve a ser un grupo como tal. Y no defraudaron.
Para empezar no contaban con ningún telonero. Parece ser que en esta gira han optado por no llevar grupo acompañante y compensar ellos esa carencia con un aumento considerable de los temas en el set-list. Así que más o menos puntuales (un pequeño retraso de cinco minutos del todo excusable) subían a escena los seis músicos con un tema inusual para dar comienzo a una descarga, pero que a la postre dejó claro que fue un acierto: “Las ruinas del edén”. Genial canción que sirvió
de sobremanera para calentar al numeroso público asistente (más de 300 personas que si bien no sirvieron para llenar la sala, cerca se quedaron) que a continuación puedo disfrutar de uno de los temas pertenecientes a “Los poetas han muerto”, “El viejo torreón”. El grupo toma aire y tras agradecernos la asistencia prosiguen su descarga con los temas de sus dos últimos discos. En este punto hay que decir que tanto Ramón como el resto de músicos que entraron en el grupo para la grabación de LPHM están perfectamente asentados, y que la compenetración de la banda es sencillamente perfecta. Por su parte, Ramón dejó claro que no es Víctor García, pero que tampoco pretende serlo. Su voz no va en esos derroteros, y bien lo sabe él, que explota la misma con una elegancia y garra fuera de lo habitual. Como cantante y frontman en este concierto demostró de sobra su valía, dejando claro quien es quien lleva las riendas del grupo en directo. Y es que carisma no le falta.
Es necesario destacar también la labor de músicos como el batería Marco Álvarez (un claro de ejemplo de que un buen batería no tiene porque estar escondido entre cientos de timbales), el contundente bajista Fran y Dany León, que aún estando a la sombra de Rionda es capaz de quedar ante el público como un destacado guitarrista. El teclista Roberto ocupa más bien un segundo plano, pues aunque cuenta con momentos de lucimiento, su labor como músico de directo en Avalanch es secundaria.
temas como “Corazón negro”, “Vientos del sur” y “Niño” van cayendo ante una multitud expectante antes de dar paso a un técnico y a la vez
entretenido solo de Marco a los parches. Regresan y siguen desgranando la prácticamente todos los temas de sus últimos discos (aunque faltaron algunos como a que da nombre a su penúltimo LP). Emotiva sin duda “Antojo de un dios”, y “Madre tierra” ponía el toque cañero que le hacía falta a la noche. Y en estas salta la sorpresa de la noche. Rescatan ante los oídos atónitos de los fans más fieles un corte de su primer trabajo “La llama eterna”, ni más ni menos que “Vicio letal”. Para muchos el momento de la noche. Después los dos guitarristas se quedan en el escenario para hacer unos juegos con el público a la par que demuestran que no son nuevos en eso que llaman guitarra. Después de ese paréntesis atacan el final del concierto con un grandioso “El ángel caído” que hizo botar a la gente (que aunque efusivos, no saltaron mucho durante la velada) para seguir con “Pelayo” y una más bien desafortunada versión the U2, “Where the streets have no name”, que no pareció encajar con el público.
Se retiran del escenario para regresar por primera vez con “Alborada” y “Delirios de grandeza”, menudencias comparadas con las posteriores “Juego cruel” y “Xana” que daban el toque perfecto a una actuación de por si genial. Pero no, todavía habían de volver para interpretar el single que les llevó por diferentes platós de TV, “Lucero”, con la que pusieron el punto final a dos horas y media de concierto largas.
Caras de satisfacción entre el público y todos con el ánimo de habernos gastado bien el dinero. Evidentemente Avalanch no es lo que era. Víctor García no es el cantante del grupo y la música que practican dista mucho de aquellos primeros discos de power-metal. Pero si tomamos a este grupo como nuevo en un mercado al que ha ofrecido dos discos, la banda vale su peso en oro. Quizás si que deberían de haberse cambiado el nombre, pero ahora la decisión es tuya: o aceptarles y tener la oportunidad de disfrutar con un grupo de este calibre, o enterrarles de por vida por el nombre que representan y que evidentemente no es más que un espejismo de lo que fue.
IVAN
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