Llenazo...como la ocasion lo merecía después de 10 años sin disfrutar de la magia de los dedos del sueco más controvertido de la historia musical, Yngwie Malmsteen. Y si bien llegué a escuchar algún comentario algo despectivo en días previos a los shows en redes, del cómo o de qué manera estaría la forma del guitarrista, el pasado sábado se disiparon todas las dudas al respecto, en una sala But abarrotada de sentimientos, nervios de volver a escuchar esa clase a pocos metros de nosotros y muchísimas ganas de disfrutar del sonido de uno de los más grandes músicos de nuestra música, pese a quien pese.



Veintitrés cabezales Marshall conté en el escenario, un muro de pantallas que cubrían completamente la parte trasera del mismo, y a mano izquierda, un modesto kit de batería y un teclado, con lo que era más que claro y evidente que los músicos de acompañamiento quedarían relegados a un segundísimo plano...o tercero. Y todavía fue mas obvio desde el momento en que suena el primer punteo y los acordes de teclado de “Rising Force“ empiezan a llenar el aura insuperable de la sala. Salió a escena como un torbellino, con el sonido de su Fender ridiculizando todo a su alrededor, pero transmitiendo una fuerza, magnetismo y energía de otro mundo. La batería disparaba con pegada, un Nick Z Marino que aunque cumplidor con su voz, no se le escuchaba apenas, pero muy centrado en su papel de teclista, y Emilio Martínez al bajo, fueron víctimas, una vez mas, del eclipse Malmsteen, y aunque resultaron mas que solventes en su papel, no nos hicieron olvidar los astros que pasaron en el pasado por la alineación del prodigio, que por cierto, una vez pudo mostrar su figura ausente de humo, pudo presumir de una infinitamente mejor forma física que en su última visita, hace ya 10 años. Todo apuntaba a que los astros estaban en su sitio, y que nos sería difícil olvidar la velada.

La exhibición real dio rienda suela en “Spellbound“ de su penúltimo trabajo e “Into Valhalla“, ambas instrumentales, en las que el sueco desplegó artillería y técnica a raudales, preciso, potente, chulesco...genial. Empiezan sus acrobacias, sus rodeos, patadas y todos y cada uno de los gestos y posturas que todo fan de Malmsteen sueña con ver cada vez que va a verle tocar. En ese apartado...sueño cumplido, pues nadie puede reprochar no ofrecer un mastodóntico espectáculo de guitarra, único y cargado de feeling. Para presentar World on Fire, su último título, sonó un “Soldier“ en el que pudimos escuchar su voz, muy por encima de la de Nick, ganando muchísimos enteros respecto a su versión de estudio, cuya producción ensombreció un resultado final que hubiese podido ser de notable, pero que causó una desbandada de fieles en su versión grabada. Sin embargo “Like An Angel“ de su enorme Facing the Animal (1997), la cual fue truncada (como muchas otras en la noche), empezó la tanda de clásicos que nos hicieron emocionarnos, incluso sin la voz de Mats Levén y la de Yngwie supliéndola. Sentimientos a flor de piel, que siguieron brotando con dos versiones de canciones clásicas (en su sentido mas estricto de la palabra). “Badinerie“ de Johan Sebastian Bach y “Adagio“ de Niccolò Paganini, nos recodaban el por qué Yngwie Malmsteen no es un simple guitarrista de rock, sino que su Stratocaster podría ser un elemento base de cualquier orquesta sinfónica, dejándonos a todos atónitos con su ya conocido dominio del instrumento. Muchos músicos había en la sala que supongo, sabrían valorar los momentos más instrumentales...músicos, y no músicos, porque la guitarra de Yngwie tiene vida propia, y eso no hace falta ser un experto para darse cuenta de ello.



Llegó uno de los momentos álgidos de la noche con el clasicazo “Far Beyond the Sun“, y el éxtasis tanto del músico como de asistentes, era más que contagioso...casi infeccioso, lo cual perduró en un “Seventh Sign“ que en mi opinión fue, aunque recortado, de lo mejor de la noche, echando en falta el vozarrón de Michael Vescera y la pegada de Terrana, quienes grabaron el majestuoso álbum de 1994, y el favorito de quien escribe de todos cuantos ha grabado Yngwie. “Overture“ y la siguiente “World On Fire“, que presentó algo más de realismo que en su versión de estudio, no fueron de las mejor acogidas, pero tampoco las restaría del set, mientras que guitarra al aire, rodillazo al tablado y muchos gestos ya clásicos, un simpático lapsus con “Smoke On The Water“ (haciendo un guiño también a Mark Knopfler minutos más tarde) nos marcaba algo más de medio show. Tras “Devil in Disguise“, alguna demostración clásica adicional, mientras que el ambiente más netamente neoclásico vino de la mano de la famosa “Trilogy Suite Opus: 5“, que incluso, llegado este tramo del concierto, nos dejó ver la famosa estampa de la mano de Malmsteen con su Fender levantada como si de un hacha de guerra se tratase. Impresionante momentazo el que nos hizo visualizar en primera persona...imaginad ver la portada de su primer trabajo en movimiento. Impagable.



Filigranas masturbamástiles y más demostraciones nos llevaron a la preciosa “Blue“ (¿quién no ha visto el tutorial del tema interpretado por él mismo?), que fue antesala y anuncio de lo que supondría el final del concierto tras el correcto sólo de batería, pistoletazo para una tanda de clásicos llenos de improvisaciones y recortes que incluyeron “You Don't Remember, I'll Never Forget“, coreada hasta el último aliento por la muchedumbre, marcándose como bises, después de haber incluso roto alguna cuerda a propósito y regalar decenas de púas, un “Black Star“ precedido de su correspondiente intro acústica, que nos recordó a aquel jóven talento que, acompañado de Jeff Scott Soto, enamoró al mundo con su inigualable y original técnica, siendo “I'll See The Light Tonight“ el último bombazo de la noche antes de que, con un gesto despectivo a sus compañeros y para llevarse él todas las ovaciones, les señalase (literalmente), la puerta de los camerinos para quedarse sólo frente a nosotros y despedirse. Es Yngwie...tan genial como a veces, redundante con sus salidas de tono.



El caso es que presenciamos, una vez más, el mayor espectáculo de guitarra del mundo en un concierto insuperable a nivel técnico, y que de haber incluído a alguno de los portentos que le acompañaron en el pasado a las voces, hubiese engordado más todavía lo que de por sí, fue uno de los conciertos del año...indiscutiblemente. Uno de esos espectáculos que te hacen sentir, vibrar y disfrutar, dejando la sensación de haber presenciado algo único.



José Rojo
Fotos: José Rojo y CJRockenfield

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